Ha habido una considerable falta de información en torno a la
postura de Biruté Gáldikas al zoológico de Chapultepec. Es importante notar que
uno de sus compromisos fue el de regresar en una año para corroborar que en
efecto el zoológico mejore las condiciones del único orangután que vive
en este zoo: “Su aislamiento es un crimen” comentó la Dra. Galdikas al grupo de
universitarios que cenamos con ella para despedirla y relató:
“Cuando lo vi no puede evitarlo: rompí a llorar. En 45 años de
rescatar orangutanes solamente había llorado tres veces. Pero nunca había visto
algo como esto. El orangután está bien de salud, está bien cuidado, eso no es lo preocupante; el problema es el aislamiento en que vive: su aislamiento es un crimen. Si ese animal tiene una fuerte impronta humana, como me lo han explicado, debería estar en contacto con la gente en lugar de vivir en una vitrina, como lo tienen ahora. Le hace falta contacto humano.”
Eso me la había dicho ya hace un año el Director de zoológicos y fauna silvestre, Juan Arturo Rivera Rebolledo, y también me aseguró de que antes de que terminara el año ya pasado, habría un nuevo espacio. La directora del zoológico, Adriana Fernández,
convenció a la Dra. Gáldikas de que en menos de un año el orangután tendrá un nuevo espacio. “Regresaré en un año porque no es solamente un orangután: es
todo lo que representa”, dijo Biruté Gáldikas. Y en efecto, algo está sucediendo
con la conciencia que tenemos de los grandes simios, pues aún no había
concluido la visita de la Dra. Biruté Gáldikas a la UNAM, cuando la Universidad
Iberoamericana anunció la visita de su colega y amiga Jane Goodall. Las dos
científicas y primatólogas parecen coincidir en nuestro país de manera
meramente casual. Pero a veces resulta difícil considerar un grupo de eventos
como una mera coincidencia. Ya lo decía el poeta argentino Jorge Luis Borges:
“cada encuentro casual es una cita”.
Sea mera casualidad o un evento planeado, la realidad es que en
México se han interconectado diferentes grupos de mujeres dedicadas al cuidado
y la libertad de los animales: Biruté Galdikas, experta número uno en
orangutanes, Jane Goodall, la etóloga de los chimpancés y Ana María Santillán, dedicada
al rescate y rehabilitación de especies
mexicanas. Puede parecer curioso que sean mujeres, pero más que curioso, es un
dato significativo: parece que somos buenas observadoras de detalles y por
ende, buenas científicas.
Los estudios de Jane Goodall sobre chimpancés, tanto como los de Biruté
Galdikas sobre los orangutanes, obligaron a la humanidad a cambiar su
definición y su percepción del ser humano. Ellas observaron y documentaron el
uso inteligente de herramientas en estos grandes simios y más adelante
corroboraron lo que Galdikas ha llamado el gran paso del Rubicón: los grandes
simios pueden hablar y comunicarse con el ser humano a través del lenguaje de
señas de los sordomudos. Este sólo hecho debiera abrir los ojos de la humanidad
entera: es una bomba en el núcleo de toda concepción anterior de lo que es un
gran simio… y de lo que es un ser humano. Los grandes simios: gorilas,
chimpancés, bonobos y orangutanes, son seres inteligentes que no sólo sienten
emociones como el resto de los mamíferos, sino que piensan y razonan. Y ahora
que lo sabemos, su cautiverio ha quedado cuestionado. Agreguemos a ello que
cada orangután comprado fue arrancado –literalmente- de los brazos de su madre
asesinada: nunca más debiera permitirse la compra-venta de un gran simio.
Cuando Julio César llegó a la orilla del río Rubicón, con la
mirada fija en su aguas meditó un momento. Cuestiones políticas prohibían
cruzar ese río, pero decidió hacerlo diciendo: Alea jacta est; la suerte está echada. Él sabía que con ese acto
daba comienzo a una Guerra Civil. Pero como sabemos, Pompeyo huyó de Roma y
César entró triunfante sin derramamiento de sangre.
Los grandes simios, gracias a la documentación que estas mujeres
hicieron de sus vidas, han cruzado el Rubicón que los separaba de la humanidad:
hoy nos hablan y nos expresan sus deseos y frustraciones. Expresan abiertamente
“quiero que me abraces” o “quiero jugar a las escondidas”, como le dice Koko a
su cuidadora en el conocido documental que circula en Internet.
La científica Biruté Galdikas se entrevistó el pasado 21 de abril
con la directora del zoológico para conducir a Toto, el orangután abandonado en
él, al mejor santuario de orangutanes en Indonesia. Yo le había asegurado: “Doctora
prepárese, porque cuando lo vea, va a llorar”. La mujer de ciencia que me
aseguró que después de lo que ha visto durante 45 años de rescatar orangutanes,
difícilmente lloraría. Pero al ver su estado, lloró sin poderse contener: “no
lo pude evitar –me dijo- su soledad pesa sobre mis hombros”.
Hemos de resaltar que la bióloga Adriana Fernández, directora del lugar, le hizo a Galdikas la
misma promesa que hace ya un año Juan Arturo Rivera Rebolledo, Director general
de zoológicos y vida silvestre, me hizo a mí: construirle un lugar más amplio y
adecuado. ¿Cumplirán esta vez su palabra? La bióloga Fernández dice que sí lo harán: así lo esperamos.
Los grandes simios hablan… la pregunta
fundamental es: ¿tendrán las autoridades la altura moral para escucharlos? La
Dra. Biruté Gáldikas abandonó el país asegurándome una vez más que regresará en un año o
antes, para corroborar que así sea, o tomar las medidas necesarias para
denunciar los hechos en un foro internacional: Alea jacta est.