Schopenhauer, Heidegger, Hitler y nosotros.


Para Alejandro; gracias.

Esta es una respuesta a un agudo comentario que Alejandro hizo a un post de este blog, el cual lleva el título "Schopenhauer en Chiconcuac". La respuesta fue tan larga que no pude publicarla como tal. Entonces lo hago de esta manera; casi como una confesión íntima, no sin antes agradecer a Alejandro su pluma, sus neuronas, su sensibilidad y su comentario. 
Alejandro;
Antes que nada perdón por tardar tanto en responder. Los motivos han sido dos, el pragmático es que estaba fuera del DF con pésima señal de Internet. El de fondo, que es el verdadero, es que lo que planteas es un dilema muy fuerte que no podría responder de un plumazo.
Creo que tienes mucha razón, la vida de muchos filósofos contradice su teoría. Pienso por ejemplo en Rousseau, autor de un clásico de la filosofía de la educación (el Emilio)… y con hijos abandonados. Hay otros filósofos cuyas vidas no es tanto que contradigan su pensamiento, sino que reflejan a escondidas, como un espejo empañado, aspectos de se pensamiento, lo cual es más peligroso: Heidegger, tu ejemplo, es un buen ejemplo. Yo puedo hablar desde ese caso, porque me dediqué a su estudio algún tiempo. Si te parece, te responderé con base en mi propia experiencia.
Ates, déjame decirte que tu ejemplo es ideal: si Hitler hubiera firmado Ser y tiempo, el contexto haría que surgieran con toda crudeza las afirmaciones nacionalistas que muchos consideran que existen en la obra de Heidegger. Por eso no podemos hacer a un lado ni la vida ni las afirmaciones "peligrosas" de los pensadores, por mucho amor y aprecio que les tengamos.
Cuando estudié Heidegger, me parecían risibles las acusaciones de antisemita o nazi. Pensaba: “Lo que propone es tan revolucionario, que es más fácil tacharlo de nazi que comprenderlo”. Creo que algo hay de verdad en eso. Es absurdo rechazar a un pensador por sus errores filosóficos tanto como por sus errores vitales. Lo que hay que hacer es conocerlos.
Ahora puedo apreciar mejor la filosofía de Heidegger, en particular Ser y tiempo y sus reflexiones sobre la técnica y el mundo actual. Sus ideas han pasado a conformar en cierta medida mi cosmovisión. Pero ya no niego el sustrato nacionalista de su pensamiento, y por lo mismo no caigo en él. Aceptar que fue nazi desenmascaró lo que antes no veía... des-encubrió una verdad, hablando en el lenguaje del mismo Heidegger. Su pensamiento es muy valioso, pero si negamos el lado oscuro, no podemos valorar correctamente el lado luminoso. Lo que "se salva" de Heidegger está ahí, pero no podemos verlo si no lo separamos de los tintes nacionalistas, y ellos aparecen si enfrentamos la verdad de su vida: su nacionalsocialismo. 
A ti que te gusta Schopenhauer, seguramente recordarás que en algún lugar de El mundo como voluntad y representación, propone la idea (no es textual, hace mucho que lo leí) de que la ética la hacen los filósofos y los santos son quienes la llevan a cabo. He ahí una clave: lo que se mueve en el fondo de estas cuestiones que hemos compartido tu y yo, es una sola: ¿tiene algo que ver la filosofía con la vida, o es mera teoría ajena a ella? O para ser más clara: aquel que hace filosofía, ¿lleva a cabo una acción vital, que incide en su vida, o simplemente hace teoría como la hace cualquier teórico?
Yo quisiera pensar que filosofía y vida no debieran contradecirse. Pero me veo a mi misma y me pregunto: ¿no me contradigo en nada? Por supuesto que sí: en muchas cosas. Pero caray: hay de contradicciones a contradicciones. Hay de errores a errores. El caso Heidegger me parece un horror no por lo que hizo, que ya lo es: su actitud con Husserl, su maestro y mentor, aparece tan sólo como solamente un botón de muestra de muchos otros. Pero me parece más grave lo que NO hizo después: reconocerlo, explicarlo y disculparse.
¿Entonces? Creo que debemos decir lo negativo de los pensadores que estudiamos, ya sea de su obra o de su vida. Quizá en ese post "Schopenhauer en Chiconcuac" yo fui un tanto explosiva, y eso no es lo mejor. Pero mi amor por los Parerga y Paralipómena, así como por El mundo como voluntad y representación, me llevó al enojo al encontrar semejante afirmación. Sentí como si llevara tiempo escuchando en sus palabras una hermosa sinfonía y de repente surgiera el rebuznar de un burro. 
Entonces, no aceptar esos rebuznos conlleva no conocer a fondo a un pensador y no aceptarlo.  Con ello corremos el riesgo de quedarnos en lugares comunes. 
Y por eso creo es que hay algo que no se vale: callar o negar: hacerse el que no sabe nada o no pasa nada. Esa fue mi actitud con Heidegger por unos años y creo que no se vale. Se vale decir: “Se que fue nazi y aun así su pensamiento me parece digno de estudiarse”: lo que no se vale es decir: “Ay bueno, pero no mató a nadie, no es para tanto”. O por ejemplo, otro caso cercano a mí: Nietzsche. No se vale decir: “Ay bueno, pero la “bestia rubia” de La genealogía de la moral es solamente una metáfora”: sí, lo es, ¿¿pero de qué?? He ahí el problema. Por eso hay que decir las cosas, no ocultar los problemas que acarrea la vida o las ideas de un filósofo.
¿Me logro explicar? No se vale no hablar, no exponer lo que resulta odioso, contradictorio o negativo de los filósofos. Y se vale seguir estudiándolos o dejarlos. Algún alumno en este post me dijo que yo debería de haber seguido leyendo a Schopenhauer porque es grandioso. Se me hizo risible, absurdo: nadie le puede decir eso a nadie. Insisto: cada quien sabe lo que acepta y lo que no, y tarde o temprano si es honesto, cada quien sabe si se está haciendo tonto a sí mismo o no frente a este tipo de dilemas.
Bueno, pues sólo te pudo decir: gracias. Gracias por compartir, por hacerme pensar y confesar… después de todo creo que Nietzsche no se equivocó al creer que la filosofía es en el fondo una forma de confesión! 
Una última reflexión: Tu primer comentario lo viví -por causas imputables a mí misma- como una agresión, y respondí de manera un tanto agresiva. El segundo me hizo comprender ese error de apreciación y generó en mi el pensamiento. No cabe duda que discutir es negativo, mientras que dialogar, abre puertas, abre entendimiento, genera vida. Gracias por insistir, me has hecho pensar y no podría sentirme más agradecida, mi desconocido amigo! 
¡Un gran abrazo!