El reciente congreso sobre Nietzsche

Hace unos meses, me llegó de España -concretamente de dos queridos amigos; Diego Sánchez Meca y de Luis de Santiago- una invitación para participar en un congreso sobre Nietzsche, en México. Cosa curiosa, pero acepté sin dudarlo. Ya cercano el evento, supe que lo financiaba un empresario mexicano. Cosa curiosa: acepté ya dudando un poco...
Debo decir que no me arrepiento. El evento reunió a nietzscheanos de la talla de Guiliano Campioni, Andrea Orsucci, Germán Meléndez, Sergio Alberto Sánchez, Jaime Aspiunza, Marco Brusotti y varios más. Fue un privilegio. Trabajamos mucho: de nueve de la mañana a nueve y media de la noche: fue bastante pesado. Pero en los pocos ratos libres, reímos como locos y hablamos más.

Sólo con una espina me quedé. Por eso escribo esto.

Veamos. En pocas palabras, el evento fue masivo: asistieron cientos de personas. Quien conozca un poco de la filosofía de Nietzsche no requiere saber más: esa es la espina. Nietzsche es un pensador peligroso porque aparentemente cualquiera puede leerlo y CREE que lo comprende. Cree que se le cuenta una historia al leer, por ejemplo, el Así habló Zaratustra. Sin embargo, como bien lo hizo notar Martin Heidegger, a Nietzsche se le comprende únicamente cuando se le contextualiza al interior de una muy compleja historia de la filosofía. Imposible comprender a Nietzsche sin conocer a Heráclito, a Platón, a Spinoza, y qué decir de Kant y Schopenhauer.

Con base en lo anterior me pregunto: ¿quién de esos cientos comprendió algo de lo ahí dicho? Por supuesto entre esos cientos habían estudiantes, y ellos habrán comprendido. Pero había también muchas personas que no tenían ni idea de la filosofía. Pregunto: ¿les hace bien escuchar hablar de un filósofo y creer que lo comprenden? Yo creo que no. Yo creo que el tipo de cultura que hay que llevar a la calle debe darse de otra manera, con otro tipo de eventos. Creo que esa banda de filósofos que vinieron del extranjero, debería de haberse aprovechado de otra manera.

A nuestro país le hace falta en efecto eventos culturales. Pero no de este tipo: no eventos masivos en los que especialistas expongan el pensamiento de un filósofo. En dado caso el evento “La filosofía a las calles”, organizado recientemente por los mismos alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, resulta bastante más provechoso: se elige un problema, y se analiza desde diferentes perspectivas por tres o cuatro estudiosos de la filosofía.
¿Qué pasó, pues? Bueno, pues que el empresario que trajo a esta banda fue el que decidió hacerlo masivo. Sánchez Meca solo organizó la cuestión académica, no determinó a quién iba dirigido el evento.

En lo personal, en lo estrictamente individual, me congratulo por haber participado. Lamento por supuesto la ausencia de colegas nietzscheanos de la Facultad que perfectamente bien, podrían haber participado. Pero en el ámbito personal no puedo más que decir que me siento afortunada. Y no tanto por el trabajo duro, sino por lo que acontece en los “entres”. Esos momentos breves en que cenas o comes, o cuando te transportas de un lugar a otro. La sobremesa de la noche, por ejemplo, cuando ya no hay que salir corriendo al evento, en fin: escuchar a Campioni contarme la historia de Colli y Montinari en la camioneta de camino al evento, con Sergio como traductor del particularísimo italiano de Campioni, o platicar con Diego sobre filosofía comparada, o recitar poesía en voz alta con Sergio después de cenar con un par de tequilas, o pseudo-cantar ópera con Guiliano… caray, fue maravilloso.

Solo me queda esa espina: ¿Qué hubiera dicho Nietzsche al ver su pensamiento expuesto ante masas compuestas por personas que en realidad no comprenden de qué se está hablando? Prefiero ni pensarlo.

Mi adorada amiga, colega y hermana, Rebeca Maldonado, me ha dicho: hagamos nosotras un evento como debe ser: con la gente de la Facultad y por supuesto, los invitados extranjeros, y nuestros estudiantes y los de provincia como asistentes. Pero no masivo. Yo le he tomado la palabra. Tendremos que ponernos a trabajar en ello. Y con todo, a pesar de la espina, me quedo agradecida por esta experiencia: no puedo más que sentirme afortunada y feliz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En efecto, totalmente de acuerdo con usted Dra. Weber. Aunque no sé si Nietzsche todavía piensa el quehacer del pensamiento como una cuestión elitista, si es así, olvidémonos de dar algo a las masas (mejor arrojarle perlas a los cerdos). Sin embargo, me queda la inquietud de si lo que la masa necesita es filosofía. La palabra filosofía tiene un tono seductor, un matiz que tiene como representación en las mentes de la masa "absolutamente nada o las más disparatadas imágenes". Después de todo ¿Quién entiende a la filosofía?

Paulina Rivero Weber dijo...

Justo hoy platicaba con un grupo de alumnos sobre el tema. Yo creo que hay que distinguir entre la necesidad real de difundir el conocimiento, y lo que es ya una divulgación del mismo. Yo estoy en pro de difundir, no de divulgar. Y creo que lo que hay que llevar a las masas son conocimientos muy básicos que les puedan ser útiles en su vida, por ejemplo: la diferencia entre ética y moral. Eso es lo que yo entiendo por difundir conocimiento útil. Pero llevar UN filósofo y pretender que lo comprendan, pues no solo es inútil, también es imposible. Y hasta peligroso. De modo que yo creería que las masas requieren ciertos conocimientos muy básicos, pero nada más.

Anónimo dijo...

Bueno, qué sea la filosofía y si deba ser comprendida por todos, pues, igual si todas las personas fueran, ya no filósofos, sino que pensaran filosóficamente no sé qué clase de mundo sería (quizás no el mejor de los mundos posibles como quisiera Leibniz). De alguna forma creo que el comprender, el entender implica una labor intelectual muy fuerte, el pensamiento; cuando trata de separarse, en la medida de lo posible, de ese comercio de los sentidos del que hablaba Descartes, es algo tan estremecedor, una experiencia fuerte que resulta difícil que alguien se tome la paciencia para lograrlo. Me inquieta el pensamiento de que compreder a un filósofo es "imposible"; creo que si sólo nos quedamos con interpretaciones a la hora de leer los textos ( y quien sabe si eso sea lo único que tengamos) nos quedamos un poco flotando en la nada. La cuestión de las interpretaciones tiene algo (o mucho) de "teológico", pues siempre supones que debe existir "LA interpretación de las interpretaciones", aquella que se acerca más a la verdad de lo quiere decir decir el texto, aquello que lo desentraña completamente. Creo que, con sus salvedades, siempre pienso en la expresión de Hegel de que el pensamiento está en contacto con "lo universal", ahora, ¿Quién se apunta a elevarse hasta lo abstracto del concepto? Al final de cuentas, quizás no se trata de entender lo que el filósofo "dijo",sino de lo que puede uno hacer con eso que "probablemente" dijo.Pero en definitiva, no sé, no le veo solución, con la televisión mexicana y todos los medios determinando (casi en sentido kantiano) el psiquismo de las personas, es fácil comprender que cientos asistan, como bien usted dice, y crean que salen habiendo comprendido lo que dijo Nietzsche. Debidamente, si uno quiere comprender, hay que esforzarse, y eso, no creo que se dé en ninguna clase, y quizás tampoco en la lectura. Es en la soledad, en la frialdad de la reflexión pura. Quizás por eso Nietzsche ha dicho que "La filosofía es vida voluntaría en el hielo en las altas montañas". Rescato la palabras "voluntario", y también la de "hielo" y "soledad" de las altas montañas. Ahora, yo creo que jamás veré esto en las masas. Un saludo cordial Dra. Weber, es muy fructífero dialogar con usted.

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