Pero los consejeros no se atrevían a contradecir a su rey, pues cuando cortaba cabezas no lo hacía metafóricamente, sino que en efecto, las cortaba! Con todo y eso el más sabio y leal consejero se atrevió a tratar de hacerle ver la realidad, y le dijo: "Majestad, mientras nuestros ejércitos invadan el reino de Oriente, otro reino de Occidente nos va a invadir, y al regresar a casa nos arrepentiremos de lo hecho". Como era un sabio y fiel consejero, el rey sólo le cortó la cabeza metafóricamente, esto es, lo corrió de su puesto. El viejo consejero, desesperado, acudió con Zhang Zi, que era -y sigue siendo- un sabio taoísta muy respetado. Le contó la historia y Zhuang Zi le dijo: veré qué puedo hacer, al menos lo intentaré.
Pocos días después entró a la sala del rey Wu un soldado que llevaba a Zhuang Zi atado como a un delincuente. El rey reconoció de inmediato al sabio maestro y reprimió duramente al soldado, le ordenó soltarlo y lo degradó. Pero el soldado se defendió diciendo: "Majestad, pero lo sorprendí cazando en vuestros jardines reales". (Eran chinos españoles, por eso decían lo de "vuestros"... :-D) La cosa es que al escuchar eso, que era considerado un verdadero crimen, el rey le dijo a Zhuang Zi: "Jolines! ¿es verdad lo que he escuchado?" Entonces, ya en serio, el sabio Zhuang Zi le dijo al rey:
"Majestad, te voy a contar lo que ha sucedido. Yo iba a cazar algo para comer en el bosque, no tenía intención de penetrar en tus jardines. Pero en eso estaba cuando una gran ave pasó rozándome el hombro y se posó en la frontera de tus jardines. Me acerqué a ella y me sorprendió que no notara mi presencia. Me acerqué más y entonces comprendí todo: ella estaba cazando un camaleón, pero esperaba porque a su vez el camaleón estaba cazando a una cigarra... de modo que ella aguardaba el momento justo para comerse a los dos... y pensé: "estos animales así son: por seguir sus impulsos, a veces olvidan cuidarse a sí mismos". Y eso pensaba cuando tu soldado me atrapó y me condujo hasta acá. De modo que en el camino pensé: "así somos los seres humanos: por dejarnos atraer por el mundo exterior, olvidamos cuidar el mundo interior, que es el más importante."
Se cuenta que el rey Wu miró de manera penetrante por un largo rato a Zhuang Zi y después esbozó una sonrisa de complicidad para ordenar: "dejadle libre". Esa noche el rey decidió no invadir al vecino, sino mantener sus tropas ocupadas en todas sus fronteras, velando por el bienestar de su gente.
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